Tú que quieres ir al otro lado,
tú que quieres cruzar la puerta: ¿sabes acaso lo que hay más allá de la Piedra Terrestre? ¿No te detendrás por miedo ante el umbral de un mundo
insignificante?
Lo que buscas es espacio abierto,
deseas la eterna libertad de los ígneos espíritus, pero estás encadenado. Sí,
eres todavía una pobre bestia del pantano. Anda, pregúntale a tu maestro, él te
dirá que el vuelo para siempre te lo impide el maldito reloj de sangre.
Lucharás como un demonio astuto
para estar en el ojo del huracán. En un principio serás ciego a las señales,
apenas distinguirás tu mente de tu corazón. Cuánto tiempo perdido, neófito,
pero cuánto tiempo ganado en sembrar la única semilla posible, la semilla
negra, la de los pecados capitales.
Ponte de pie y se presente con
esa dignidad que es un brillo solar nunca visto por los ojos. Abandona el
desprecio de la Piedra Terrestre y empieza a pulir. Si el arcángel te asiste
encontrarás un zafiro. Hay otras piedras preciosas ocultas en la gran masa,
pero tan profundas que su extracción pudiera provocar un sismo de tamaña
magnitud.
Quédate así en el ojo del
huracán. En un principio, dominar el viento y calmar la tormenta. ¿Entiendes
por qué digo en un principio? Abre los ojos y utiliza la doble corriente. Abre
tu cuerpo y utiliza la doble corriente. No sigas aquí la señal de agua, ni de
río, ni de mar, ni de lluvia. Debes dominar aquí el viento antes del amanecer.
Llegarás al otro lado cuando la
semilla negra entregue frutos blancos. Nunca olvides la metodología del
calendario y aprende a calcular los tiempos con certera precisión. Cuando
tengas los frutos, entrégalos, dónalos, no dejes ninguno para ti. Tú sólo te
quedarás con un sol de mediodía y una felicidad inquebrantable. Tendrás para ti
las manos de Dios. ¿Y qué más podrías desear en esta vida?
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