Una manda, como lo entienden en
general los fieles de la religión católica, es en realidad un movimiento de
fuerzas bastante efectivo y poderoso.
Los fieles que llevan a cabo
estas mandas, siempre en nombre de la
Virgen o algún santo de su confianza y devoción, creen que la
virgen o el santo pueden hacer milagros en beneficio de ellos, e ignoran que
son ellos mismos los que, realizando un sacrificio determinado en nombre de esa
virgen o ese santo, finalmente realizan el
milagro en su propio beneficio.
¿Cómo sucede esto?
La respuesta es que estas
personas, mediante los sacrificios impuestos por sus mandas, han creado un
Campo de Fuerza.
El hombre que ha despertado, el
mutante, sabe que los sacrificios voluntarios pueden atraer hacia la persona
fuerzas, energías, vibraciones, presentes en la naturaleza de manera invisible,
fuerzas que a veces son difíciles de controlar en un principio.
Este es uno de los objetivos de, por
ejemplo, la práctica del ayuno de los ascetas, la que también se encuentra presente
en diversas religiones, ya sea como práctica o bien como ritual.
¿Qué es un sacrificio? ¿Un oficio
sagrado? ¿Un voto de obediencia a Dios? Sí, todo eso, y mucho más. Es la puerta
del Gran Templo. Y se trata de algo tan sencillo, en apariencia. Un sacrificio
es cuando alguien hace algo que no le gusta hacer en beneficio propio o en el
de sus semejantes.
¿Acaso el sacrificio es, en el fondo,
la postergación del deseo?
Los deseos son fuerzas muy
presentes en el ser humano, y cuando éste logra postergar el deseo, se produce
una concentración de esta fuerza, la que, bien proyectada, permite alcanzar
grandes metas e importantes logros.
El sacrificio voluntario, cuando
es una práctica constante, produce en el hombre y en la mujer, una paulatina
acumulación de fuerza que le permite, con el tiempo, despertar facultades que
antes se encontraban en estado latente, como por ejemplo la telepatía, el
desdoblamiento, la telekinesis, el poder de invocación, el poder de modelar la
realidad dentro de ciertos límites.
Otro factor importante referente
a los sacrificios voluntarios, es que permiten apurar, de alguna manera, el
karma negativo, lo que acelera considerablemente la evolución personal.
Una persona que tiene un vicio
como el cigarrillo o el alcohol, puede comenzar el trabajo interno dejando ese
vicio con la fuerza de su voluntad (si es que la tiene) y ese será entonces el
primer paso para acumular esa pequeña cantidad de energía adicional que le
permitirá, con el tiempo, alcanzar objetivos cada vez más grandes y
trascendentes.
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