¿Quieres ser alquimista?
Debes saber de antemano que la
meta de todo alquimista es la creación de un Sol. Se equivocan rotundamente
quienes piensan que se trata de algo metafórico, porque un sol real es una
estrella, un cuerpo luminoso y atrayente que nace en un punto del Universo,
convirtiéndose en un Centro de Gravedad.
Todavía existen muchos ingenuos
que se encierran en laboratorios a cocinar metales en ollas y alambiques, pobres
locos autoengañados, sopladores que están muy lejos de la Sagrada Dignidad
que exige la Alquimia
a todos sus Adeptos. Nunca estuvo tan oculto e incomprendido el Arte Alquímico
como en estos días, cuando todos piensan que los grandes misterios están siendo
finalmente revelados.
Nada es más hipnótico que esta
creciente “misteriomanía” que se ha ido arraigando en las mentes en el último
tiempo. Nadie se percata de que los misterios están todos revelados y son, de
hecho, evidentes. No hay nada oculto.
Pero hay que estar despierto.
Estar despierto significa estar
conciente, y la conciencia es un fuego muy difícil de encender. Lo apaga
fácilmente el agua de las pasiones y lo cubre la tierra del cuerpo aún antes de
que nazca. ¿Y qué puede hacer un alquimista sin fuego? Como se ve, la alquimia
es un Arte y una Ciencia. El Arte del Fuego y la Ciencia de la Generación.
Entonces, para crear El Sol
Alquímico debes tener un centro de gravedad que reúna todos los materiales en
una nube oscura que luego pondrás a rotar sobre sí misma. En esta etapa de tu
creación la materia tiene calor, pero aún no luz, y el espíritu flota sobre las
aguas. Dispón en tu espacio los elementos de tu nebulosa según la geometría
sagrada y deja que Aquello se proyecte
por afinidad. Sobre todo, ten presente que el nuevo cuerpo debe respirar a su
propio ritmo hasta que la luz sea manifiesta.
Ahora posees una protoestrella
cuyos átomos de hidrógeno se empiezan a fusionar para formar helio. De ahí nace
la energía que le dará su brillo particular a tu Sol. Si tu Centro de Gravedad
no es lo suficientemente poderoso, tu estrella explotará violentamente,
expulsando al espacio toda la energía acumulada y perdiendo irremediablemente
el trabajo de años.
Una vez fijado tu astro en el
firmamento, la luz imponderable que desprende fijará la vida a su alrededor,
restableciendo la salud de tu alma y devolviéndole su entera libertad al
espíritu encadenado.
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