La infinita belleza que nace de
la humedad al casarse con lo frío, en pleno tránsito de Leo por las calles de
nuestra ciudad, confiere al cuerpo una respiración que entra por el aire y sale
por la palabra. El aprendiz se impone silencio y se regocija de su propia
fortaleza, puestas sus esperanzas en Octubre, antesala del Gran Nacimiento.
De esta Santa Humedad predomina
el sabor dulce y el temperamento flemático, que son precipitados a oscuras
desde las altas capas de la atmósfera. El aprendiz absorbe y bebe de aquellas
celestes cataratas hasta saturarse, preparándose, con arduas meditaciones y
abstinencias, para el gradual aumento en la potencia del fuego.
Atento al germen del mundo que
empieza a brillar como un espejo, el Ángel de la Música toca los cabellos
del hombre recién operado y susurra en su oído la suave melodía del Génesis.
Con esta señal empieza el tiempo, se inicia el ritmo, y se pone a girar en lo
múltiple la inexorable rueda de las encarnaciones y de los avatares.
La rueda vital produce bellos
sonidos. Luego, para dirigir la
Sinfonía correctamente, el músico debe conocerla y saber de
memoria cada nota, cada silencio, con el fin de llevar a buen término la obra
sin pasarse por alto ningún compás, sin alterar el pulso ni desajustar la
armonía.
Gracias a esta música filosófica
bien ejecutada la mente del hombre que ha mutado se polariza, reaccionando, y
aparecen detrás del cielo las Trompetas del Apocalipsis. De este movimiento
polar, de estas reacciones en el núcleo de la materia, nacen energías nuevas y
llenas de significado, desconocidas en este tiempo, y que el aprendiz debe
incorporar a su Vaso, recogiéndolas de un cierto aire, “como si fueran rocío de
la mañana.”
Estos trabajos deben realizarse
antes de Octubre. En lo posible, ingenioso aprendiz, contar con un vehículo
aéreo que permita la observación del proceso desde arriba, y así programar
correctamente el régimen de las precipitaciones. Hay que aprovechar
absolutamente todo el tiempo planetario y no desperdiciar un día, porque esto
puede echar abajo la frágil torre de naipes que estamos construyendo para
salvarnos.
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