viernes, 4 de septiembre de 2015

DE LA SALUD Y LA ENFERMEDAD

El cultivo de los pensamientos sobre un campo que se llama enfermedad, cuando es un mal del alma primitiva, se permite bajo un cielo despejado de cualquier instinto, de cualquier impulso en el centro del microcosmos.

Digo alma primitiva por montaña de roca en pleno desierto, de cumbres por sobre la caída de cristales en la atmósfera, previo a la formación del fondo marino. La enfermedad de aquella roca se ve a simple vista en las fisuras y grietas que aparecen de arriba a abajo, desde el origen de los tiempos, y que causan estruendosos estallidos emocionales de odio y de furia muy difíciles de contener.

De esta enfermedad nace la conducta criminal del hijo bastardo frente a sus hermanos, quizás por envidia de sus méritos, tiñendo con su hálito el siempre precario orden social, el que poco a poco se va desestabilizando.

Caín también es padre y educa a sus hijos a no perder el impulso del Santo Egoísmo.

Luego, el defecto en la materia que debe ser manipulada, nombrado demonio o espectro infernal, es la semilla del árbol cuyas raíces afirmarán la pobre tierra erosionada.

Lo que muchos callan por prudencia o temor es que la Virtud generada como Planta Solar en todo pensamiento y en toda emoción, saca sus aguas germinales del Pozo Negro, donde los pecados se arrastran como serpientes en el lodo.

La conciencia bañada en esa agua inmunda se envenena de su propia sal y sale a buscar antídoto a la superficie. Nace de esa forma el amor a la luz y el camino hacia Dios, noble trabajo que se mantiene a fuego durante toda la existencia, siempre en espera de la Salud Eterna del Alma.

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