viernes, 21 de agosto de 2015

LA MULTIPLICACIÓN

La multiplicación opera en todo el Universo, y por ende, también en el interior del ser humano. Es el efecto principal de la ley de generación.

Todos los efectos se transforman en causas, produciendo los infinitos fenómenos de la naturaleza. El hijo es un efecto del padre, pero a su vez será también la causa de una nueva vida, y así se multiplican los seres.

En el ser humano se multiplican las causas que lo llevan hacia el deplorable estado espiritual en que se encuentra, y al estar dormido, no puede impedir esta funesta multiplicación que lo contamina hasta llegar a un nivel de suciedad interna prácticamente irreversible. Esto es porque todas las cosas engendran su similar. La rabia produce rabia, el odio mucho más odio, lo que resulta inevitable a menos que el trabajo haga sublimar y transmutar los pecados hasta convertirlos en virtudes.

Luego, el sólo trabajo de polarizar las energías dará las luces necesarias para que se efectúe la multiplicación. Hay que trabajar entonces sobre el germen de la voluntad para que ésta, mediante un esfuerzo sostenido, logre despertar la mente del hombre. Una mente dormida, en cambio, no es capaz de ver, carece por completo de luz.

Con la voluntad se cambia gradualmente la oscuridad en luz necesaria que permite ver aquello que obstaculiza la irradiación del sol interior. Cuando el iniciado multiplica su voluntad y alcanza la conciencia, tendrá entonces el poder de transmutar el plomo en oro, labor que le tomará quizás el resto de su vida.

La cantidad de oro espiritual que obtenga durante su larga o corta vida, será la que se llevará incorporada a su alma cuando ésta desencarne de su cuerpo. Después, seguramente deberá retornar, porque el tiempo terrestre es limitado, y porque aún quedarán muchas impurezas en su vaso alquímico.

El ser humano es la más baja manifestación del Absoluto, y su trabajo de ascenso es el más arduo, pero es el que llegará más alto cuando el tiempo terrestre se acabe. Entonces la multiplicación del hombre será la más grande bendición en el seno de la gran causa primera: Dios.

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