miércoles, 23 de julio de 2014

LA OMNIPOTENCIA DE DIOS



Frente a los que pudieran sentirse sorprendidos por la sentencia de que Dios habría cometido un error de cálculo en su Creación, es necesario aclarar el hecho de que Dios podría no ser Omnipotente, sino un ser falible.

Su poder omniabarcante se ve disminuido cuando “desciende de lo alto”, quedando sometido, de alguna manera, a las leyes que rigen el equilibrio de la materia densa.

Creemos que el mismo arribo de Jesucristo a la Tierra, aparentemente, no es más que un intento por divinizar la carne, el cuerpo, y conectar las almas entre sí, lo que alquímicamente llamaríamos una “Rectificación”. Es decir, retomar la Obra cuando se había seguido un camino equivocado. En la Biblia también hay un pasaje (entre muchos) que prueba claramente esta “disminución” de los poderes celestiales. En el capítulo 32 del Génesis, versículo 23, Jacob, ese ladino que compró la primogenitura a su hermano mayor por un plato de lentejas y robó la bendición de su padre Isaac, hizo algo mucho más temerario. Luchó con Dios y lo venció. Así es, y por esto obliga a Dios a darle una bendición, y Dios reconoce su derrota.

Recordamos además haber leído que Gurdjieff responde a uno de sus discípulos, cuando este le preguntó sobre la inmortalidad, que nada es inmortal, y que Dios mismo es mortal. Y aclaró, eso sí, que la diferencia entre Dios y el hombre es grande, y que Dios es mortal de manera diferente a la del hombre.

Nadie acepta esta verdad, porque el alma mortal es demasiado cómoda y perezosa, y prefiere sentirse “protegida” por un Dios que todo lo puede, en vez de trabajar por su desarrollo y evolución.

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