Como dice el título,
la música deja su información en el cuerpo, en cada célula, y, también, por
supuesto, en la mente. Ahora bien,
imaginemos la enorme cantidad de información que existe en nuestro
cuerpo, en nuestra mente, en nuestro inconsciente, dejada ahí por acordes y
melodías ya completamente olvidadas, pero que en algún momento de la vida
llegaron a nuestros oídos. Si tuviéramos acceso a escuchar nuevamente esa
música, sobre todo las piezas claves de nuestra infancia,
tendríamos la herramienta que nos permitiría abrir las puertas de nuestro
inconsciente de par en par. Debemos
sacar entonces esa información para desatar el nudo de causas que nos
transformaron en lo que ahora somos.
No obstante, recordar todo lo que se ha
escuchado es casi imposible. Es muy probable que apenas sepa usted cual fue la
ultima cumbia que bailó la noche del año nuevo pasado. Pero si no estaba
demasiado ebrio, y puede aún hoy tararearla en su mente, hágalo, y verá cómo su
cuerpo, que al contrario de lo que usted cree, nunca olvida nada, lo hará revivir
el momento vivido, y usted experimentará todo el cúmulo de emociones de esa
noche, en un solo instante. Este fenómeno es muy frecuente, pero
sucede de manera automática, por ejemplo, cuando “por casualidad” escuchamos
una canción que hacía mucho tiempo no oíamos. Aún así, la experiencia no es
aprovechada por el individuo, porque no estamos acostumbrados a asignar un
significado a las emociones. Por eso la idea es producir este “hallazgo” de
manera intencional.
El motivo de recordar cosas, o mejor
dicho, de “desenterrar recuerdos”, es encontrar la emoción exacta asociada al
objeto o situación recordada, y traer esa emoción al momento presente. La
música es un excelente hilo conductor para lograr esta
maniobra. Con este procedimiento se pueden sacar cosas de la mente que, de otra
manera, hubieran permanecido ocultas. Esto sin duda que es algo muy avanzado,
pero una vez aprendido y puesto en práctica, deben llamarnos la atención
aquellas asociaciones que vibran en sufrimiento, en vergüenza, en rabia, en cualquier emoción negativa. Estos encuentros
con uno mismo suelen desencadenar un conflicto interno, pues el
individuo tiende a buscar de inmediato una justificación que le permita negar u
ocultar ese terrible secreto. Y esto es la “Cruz”, el “Madero de
Tormento”, etc. Si el individuo cae en esta tentación, pierde la oportunidad,
ya que la música no ejerce influencia una vez que es escuchada con cierta
frecuencia.