lunes, 26 de mayo de 2014

ACERCA DEL AGUA




El fuego se apaga con agua.

Las emociones son el agua. El recio temporal que fertiliza el suelo, el agua de un mar en calma y el agua hirviendo de un océano furioso. Agua de vida y agua mortal. Elixir y veneno.

Para navegar en el océano de las emociones hay que ser como un marino viejo y experimentado. Además, hay que poseer una brújula.

Las emociones se generan en masa, son múltiples como las especies de la tierra. Los alquimistas separan las sutiles de las densas: está escrito en la Tabla de Esmeralda.

Pero hay una emoción (una sola,) que es el agente universal de los sabios, la materia prima de la Gran Obra. Llegar a ella requiere años de absoluta dedicación, requiere un fuego vivo y constante, un control implacable de la voluntad y un espíritu robusto y poderoso.

El entusiasmo es una energía que se puede acumular hasta construir el completo edificio de nuestro ser. Hay que recordar que el hombre es una pirámide.


Nada puede entusiasmar más que el deseo de obtener el poder mágico. Este sólo deseo genera más energía que cualquier otro fuego, ya sea físico o filosófico.

EMOCIÓNTESIS




El secreto de la magia no está en la mente, a pesar de lo que digan los mentalistas que sólo producen pirotecnia y alucinaciones. El secreto de la magia se encuentra en las emociones.

El corazón es el sol físico de las emociones, pero todo centro físico es producto de un centro espiritual, o mejor dicho, su proyección.

Las emociones son la varita mágica, son el arpa eólica del espíritu, el báculo de Moisés: pero hay que dominarlas, y para eso hay que tener voluntad de hierro, o mejor aún, de oro.

Si el hombre pudiera transformarse al ritmo en que el mundo se está transformando, el Universo visible sería más nítido para él, y los milagros serían parte de la conducta cotidiana de los hombres.